domingo, 12 de diciembre de 2010

Alegría

No me gusta cruzar los pasos de peatones con el semáforo en rojo, y aunque las calles estén desiertas, siempre aguanto en el borde de la acera, hasta que el hombrecillo verde se enciende, entonces me decido a cruzar.
Bueno, lo que yo quería decirles, es que cuando atravesé la calle, en un trocito de jardín con césped, había dos chicas jugando al voleibol, sin red ni nada. Estaban frente a frente, como a unos cuatro metros de separación y cuando hacían una jugada más o menos larga, se aplaudían la una a la otra con mucho entusiasmo. La verdad, es que daba alegría verlas.
Luego, me dirigí hacia el río, y por el Puente Nuevo, aunque es de 1903, pasé al otro lado de la ciudad.