viernes, 10 de septiembre de 2010

La muerte y la mortadela

La madre de Ignacio es lo que mi padre dice “una mujer fuerte”. Bueno mi padre también dice que todas las mujeres son fuertes. Lo dice porque el padre de Ignacio se murió cuando nosotros íbamos a tercero, que vino el alcalde a la clase y se llevo a Ignacio haciéndole caricias en la cabeza. Y luego nos enteramos que a su padre se le había volcado el tractor encima en la cuesta del Cabecico Blanco y lo había matado, matado para siempre. Ignacio y yo estuvimos sentados en la tapia de su casa todo el día, casi sin hablar nada, mientras toda la gente del pueblo entraba y salía. Mi madre nos trajo unos bocadillos de mortadela y unas fantas…

Cuando vienen los gitanos al pueblo venden por las calles ajos de la cabeza gorda… Cuando vienen los gitanos al pueblo compran cacharros viejos, cantaros, lebrillos, medallas de oro y plata, monedas, libros... y también se interesan por los burros viejos. Los llevan al alto de Camarota y los atan a la baranda. Luego por la tarde cuando están todos allí los montan en un camión y se los llevan a no se que país, dicen que para hacer mortadela.

19 comentarios:

  1. Hoy me has tocado la fibra sensible con la muerte del padre de Ignacio y esos dos amigos que asisten, atónitos, al velatorio mientras beben fanta y comen bocatas de mortadela.
    Mucha ternura esconde este texto, Jesús, mucha, y bien narrada.
    Lo terrible es que los gitanos fabriquen la mortadela con carne de burro viejo. Uf...

    (Por cierto, te aviso una errata en el primer párrafo: "Y luego nos enteramos que ha su padre". Sobra la hache de la a. Malditas erratas que nos afean los textos.)

    Un besazo, Jesús, que me encanta venir a tu casa.

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  2. Me tragan y no las veo.
    Muchas gracias y un beso grande, Isabel.

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  3. He visto otra errata: tu texto es demasiado bueno.

    Me gustó mucho. La mortadela (el daetallito) que hila pasado y presente. No sé, más allá de análisis subjetivos me parece realmente muy bueno, Jesús.
    Abrazo grande.

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  4. Hola cari,la verdad es que me da vergüenza no haber entrado antes, pero ya sabes que le parezco al conejo de Alicia, siempre con prisas. Me ha encantado, sigue así y pronto viviré del cuento,Je,je.

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  5. Tere, tú por aquí, me sonrojas...
    Un beso (en la boca)

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  6. Tiene este texto color, olor y sabor a fanta y mortadela.
    Tendré que hacer un gran esfuerzo para no recordarlo cuando prepare bocadillos.
    Grande.

    Abrazo.

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  7. Y yo que pensaba que la mortadela venia del cerdo...¡Qué cosas! jeje. Muy bueno el relato Jesús, como siempre.
    Espero que no te hayas tenido que tiznar mucho por esos montes, un abrazo y nos vemos en breve.
    Antonio.

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  8. Supongo que si la muerte fuera cosa de un rato (y no para siempre) no le tendríamos tanto respeto.

    Ahora me siento obligado a eliminar la mortadela de mi dieta durante algún tiempo.

    Un abrazo.

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  9. Vaya forma de enlazar y cerrar el relato. Me ha encantado. Todos pasan, vienen y se van, la mortadela permanece.

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  10. Ay, Jesús, que ganas de leerte. Siempre le tuve manía a la mort-adela, pero nunca había relacionado una con la otra. Preciosa historia. Un beso grande

    (No me registra los comentarios, alomejor los estás moderando y ahora tienes mil todos iguales ;)

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  11. Gracias por comentar en el blog.

    Me gusta el relato, Jesús.

    Saludos,

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  12. Hemingway decía que un cuento debía ser como un iceberg. Y bueno, de acuerdo. De ahora en adelante también podremos decir que un cuento debía ser como tu bocadillo de mortadela: la pérdida, el poder de las mujeres, el misterio de los gitanos, la infancia, la memoria... ¿Quién podría imaginarse que podía haber tanto en un simple y humilde bocadillo de mortadela?
    Felicidades por el cuento.
    Un abrazo

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  13. Manuel de Pedrolo escribió una narración donde los protagonistas eran:
    un edificio de arquitectura singular al final del pueblo y los ciudadanos.
    Al llegar la persona a una edad concreta ( 80, 85, 90, 95,... años) la familia celebraba una cena y solo con el traje más sencillo acompañaban a este familiar a la entrada del edificio singular.
    Ahí se despedían para siempre.
    El hijo que era sensible, curioso y amante de su familia, fue observando las entradas y salidas por detrás del edificio. Camionetas de carga alimentaria salían de él.
    El primer bocada de mortadela que se preparó, después de despedir a su padre observó tristemente que : la mortadela tenía el color de la piel de su padre !!!
    Jesús, tu post me ha retrocedido en el tiempo cuando lei esta narración de Pedrolo.
    Yo desde hace tiempo NO como mortadela ;)
    Mil abrazos

    Ah! odio a quien comenta públicamente errores ortográficos de los otros. Creo que es más correcto "comunicar" falta de sentimientos.

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  14. Mercè, muchas gracias por tu generoso comentario.
    Intentare buscar esa sugerente narración de Pedrolo.

    Ahora bien, permíteme que dude. Mercè, no me creo que tu “odies” a nadie.

    Yo voy a un taller de escritura de la Biblioteca Regional de Murcia dirigido por una escritora murciana maravillosa Lola López Mondéjar (desde aquí la recomiendo. Su última novela, publicada en siruela, que no he terminado de leer, “Mi amor desgraciado”) Bueno, lo que quería decir, es que los textos que creamos serán malos o menos malos, buenos o menos buenos, pero lo que si es cierto es que después de comentarlos en el taller, los textos son mejores. Si eran malos, son menos malos, si eran buenos, son más buenos. ¡Ah! Y lo de “públicamente”, no te parece que estamos como en familia?

    Mercè, mil abrazos y mil besos

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  15. Volviendo por acá, a leer los buenos comentarios de Daniel, Almalaire, Mercè -los otros ya los había leído-, se me ocurre comentarte que a mi hijo le encanta la mortadela. A mí también. Y la petit mort-adela, ni te cuento.
    Abrazo.

    PD: no llega al hodio, pero también me molesta eso de las correcciones ortográficas en público, Mercè. Aunque doy por descontado que no hay mala intención.

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  16. Respecto al relato: eres un campeón en los 100 m libres. Vete preparando una maratón.
    Para que veas lo que inspira tu texto. Después de leer "La muerte y la mortadela", estoy escuchando a Schubert, "La Muerte y la Doncella".

    Respecto a las correcciones: a veces se nos escapa un borrón. No veo mal advertirnos -si hay confianza- pero inmediatamente debemos pulsar la papelera y retirar el chivatazo. O bien hacerlo por email.
    En este caso lo que ha quedado patente es el buen caracter que te gastas.

    Un abrazo, y ya mismo esas cervezas.

    P.D. Para envidia de Blanco -ya era hora que me envidiara en algo- de Daniel, de Jose y de otros: He conocido personalmente a Jesús -pata negra- en el Thornton Club, en La Alberca. Hemos estado un rato platicando. Eso sí, vino el nenico con prisas y no nos tomamos ni una cerveza. Ya caerán.

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  17. ¿Os habéis conocido? ¡Murcianos, que sois unos murcianos!

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  18. Jope, yo también quiero!!! mortadela NO, conoceros y platicar SI.

    Besos a todos

    Ah! me dejo cosas en el tintero... buscaré la referéncia de la narración de Manuel de Pedrolo.

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  19. La llegada de la muerte a la vida de unos niños, tal vez su descubrimiento.
    Alrededor de la muerte se abren infinidad de círculos que se vuelven a cerrar con la muerte.
    Hermoso detalle, símbolo de lo cotidiano, símbolo de la vida, e incluso como símbolo de lo desconocido, de lo legendario: la mortadela.
    Enhorabuena.

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