martes, 24 de agosto de 2010

¿Quieres verlo de nuevo? ¡paga!

Anoche no hice el amor con mi mujer. Como otras muchas noches. Pero además ni hablamos. Dormimos juntos pero de espaldas el uno al otro.
Otras noches dice:
–Mañana cariño. Te prometo que mañana. ¡Vale!
Pero yo se que el mañana no existe, ni tampoco el pasado.
Fuera el viento sopla entre las hojas de la palmera que crece hasta la ventana del dormitorio, un quinto, un buen ejemplar de Phoenix datilífera, como un falo señalizador de la nada.
Me levanté temprano, no había descansado apenas en toda la noche.
“Cuando salí estaba empezando a amanecer”
Yo nunca le había sido infiel a mi mujer.
Cogí las llaves del escarabajo y salí del garaje escuchando a Tracy Chapman:
“You got a fast car
I want a ticket to anywhere
Maybe we make a deal
Maybe together we can get somewhere”
Siempre le he limpiado el coche a mi mujer en el lavadero del centro comercial. Al cruzar el puente del auditorio me fijo en la gente que ya anda pescando en el rió. Barvos con sabor a ciénaga.
El lavadero acababa de abrir. Solo hay un mercedes 300 delante. Una chica nueva me rocía jabón líquido por los faros, por el capó, por el parabrisas, por las ruedas y pegando su cuerpo al coche con un cepillo frota por los intersticios. Yo bajo el cristal y le doy cinco euros. Ella sonríe.
Cuando los rodillos terminan de hacer su trabajo, giro a la izquierda y salgo por detras, donde descargan los camiones del centro comercial. Al final de la calle una puta a mi paso se levanta la falda. Yo, que voy en mis pensamientos, no veo nada.
Giro de nuevo a la izquierda y me propongo volver a pasar.
Y allí estaba ante la puta, pero la puta, que reconoce el coche, me grita:
–¿Quieres verlo de nuevo? ¡Paga!
Yo avergonzado, solo un poco avergonzado, acelero. Cuando el semáforo se pone en verde, giro a la izquierda.
En el equipo del coche vuelve a sonar “You got a fast car I want a ticket to anywhere … “

7 comentarios:

  1. Juro por lo injurable que estoy escribiendo una entradita sobre la infidelidad. Más exactamente sobre la medición de la infidelidad. No la he colgado aún porque tengo problemas con la tableta gráfica en la que hago el consabido dibujito.
    No digo, eso sí, que sea mejor que tu entrada.

    Me ha encantado.

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  2. la "infidelidad" nunca es producto de un capricho.
    tus ojos quisieron confirmar que habían intuido una parte de cuerpo femenino que tu mujer te negaba.
    es totalmente legítimo
    un abrazo

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  3. Después de un mes ayuno de visitas a los blogs amigos, es un placer volver al tuyo y encontrarme un estupendo relato. Y los reveladores detalles. Cuánto puede contar una falda y qué erótico puede resultar un lavacoches. Cuánto deseo...
    Gracias por estar ahí.
    Un abrazo

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  4. Precioso, tierno, cotidiano...
    Me ha gustado mucho este relato, Jesús. Me resulta tremendamente evocador: un hombre que se cruza con mujeres -desde la suya hasta las otras dos desconocidas-, que ansía su belleza y que recibe indiferencia de las tres. El final, tristísimo, mercantilizado, como la vida misma.
    Un enorme y tierno beso de una griega.

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  5. Ya me pareció bueno cuando lo leíste en el taller. Veo que le has dado unas pinceladas maestras para acabar de rematarlo...

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  6. Eres un artista, Jesús.
    La del lavacoches no se me hubiera escapado a mí.

    Un abrazo.

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  7. "Recuerdo que viajábamos y viajábamos en tu coche, tan rápido que creía estar borracho. Las luces de la ciudad se desvanecían detrás de nosotros y me gustaba cómo tu brazo rodeaba mi hombro. Y sentí que te pertenecía. Y sentí que podía ser alguien. Ser alguien, ser alguien."

    Las putas tienen mucho que enseñar a los expertos en marketing. El problema es la sordidez, claro. Aún así prefiero seguir imaginando que todas son como en Belle de Jour.

    Otra entrada magnífica.
    Un abrazo.

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